978-607-97787-5-0
De este acuarelista extraordinario, los críticos y sus propios colegas se expresaron en los términos más elocuentes y elogiosos: Coghlan no era un simple retratista del paisaje; él se involucraba, se armonizaba con la naturaleza; su espíritu de artista establecía una relación entrañable con el entorno. A través de su paleta impresionista y el ejercicio de una técnica elegante y depurada, tenía la capacidad de dialogar y fundirse con el objeto de sus miradas.
Su maestría pictórica es ampliamente reconocida, sobre todo por el soberbio tratamiento que implica la acuarela, técnica en que se convirtió en un artífice. Agua, aire y color puestos al servicio de una visión del mundo. Sinaloense, mexiquense, mexicano, pintor universal, Edgardo Coghlan pertenece a sus semejantes: su obra es nuestra y de todos los que han sabido encontrar en ella una afinidad, una resonancia, con el paisaje natural y humano.